Todos esos artículos que leemos últimamente a propósito de la Aceleración Digital y del gran reto al que se enfrentan las empresas para subirse a esta “ola”, me han recordado a un post que leí recientemente acerca del cuento de la lechera.
Todos conocemos este cuento, ¿verdad?, aquella lechera que llevaba en la cabeza un cántaro de leche y caminaba soñando despierta con todo lo que iba a poder hacer con aquel recipiente lleno de leche. Si lo extrapolamos al contexto empresarial actual, la lechera serían todos esos profesionales de cualquier sector que estarían imaginando la cantidad de proyectos digitales en los que se embarcarían, y los impresionantes resultados que tendrían al ponerlos en marcha, se les llenaría el cántaro pensando en Transformación, Marketing Digital, Analytics, Inteligencia Artificial… así, hasta que se ponen a ejecutar de verdad, y entonces el cántaro de leche cae al suelo, se rompe y ¡Adiós sueños! La lechera, se queda sin nada: sin casa, sin animales, sin huevos, y, sin la preciada leche que le había servido de inspiración para soñar. La acusábamos de ser poco realista. Pobre. Si había establecido una planificación de cómo conseguir lo que quería e incluso tenía un objetivo. ¿Qué ha fallado entonces?
Grandes autores como Esopo, Don Juan Manuel o Samaniego nos recuerdan en esta fábula un término popular, “el cuento de la lechera” que usamos cuando alguien imagina o sueña algo ¿imposible?… Pero, la Transformación Digital no es imposible, eso está claro, pero puede convertirse en un descalabro si no le damos la vuelta al cuento de la lechera.
Mi propuesta es un cuento de la lechera 2.0, con las siguientes conclusiones:
- Los errores no son fracasos, son señales que lo estamos intentando. Aprender, es a veces necesario, sufrir las consecuencias de nuestros actos para poder aprender de nuestros errores.
- La vida no es evitar castillos en el aire, sino estar preparados y seguir hacia adelante.
- Por más lejos que estén los sueños no dejemos de perseguirlos.
- El error debe llevarnos al análisis, del cual obtenemos la conclusión que nos mueva hacia el cambio que queremos lograr y alcanzar el objetivo.
En conclusión, la lechera se cae por el imprevisto de unas piedras. Se levanta de nuevo, se sacude recomponiéndose la ropa, se cura la herida del tropezón y vuelve a por otro cántaro a intentarlo.
¿Lo conseguirá? Dejo en vuestras manos el final para su personalización.Pero suena mejor esta versión, ¿verdad?